En las épocas antiguas, los humanos bendecidos por los Dioses Elementales poseían poderes mágicos e increíbles que les ayudaron a controlar los elementos, la naturaleza… y desterrar a los dragones al sueño del Letargo. No obstante, del mismo modo que mitificaron a los dragones y los relegaron a olvido, lo hicieron con sus propios poderes, en pos de la religión, la tecnología y la ciencia. Se creyeron los señores indiscutibles del planeta, apuntaron y llegaron alto. Pero en el culmen de su civilización, llegó El Despertar.
Durante la Guerra del Despertar, los humanos perdieron casi toda su civilización y sus avances tecnológicos, fueron diezmados, sacrificados y esclavizados por los dragones; quienes les arrebataron todo su conocimiento y los condenaron al analfabetismo y la ignorancia, para asegurarse de que la masa permanecía dócil y manejable. Hoy en día, la gran mayoría de los humanos que viven en las ciudades, aceptan la supremacía dracónica como algo cotidiano, rutinario, y hasta cómodo en ciertos aspectos. El 90% de la humanidad ha olvidado su propia historia: ignoran por completo su potencial, no saben nada de tecnología (sólo que está prohibida por los dragones), desconocen que hace siglos ellos dominaron el mundo y plantaron cara a sus actuales amos y señores. Sin saberlo, son la mano de obra más básica de la sociedad del Imperio; y los dragones precisamente se esmeran en que sigan sin saber ese dato.
Los humanos en su mayoría trabajan en aquello que los dragones no quieren: granjeros, labriegos, taberneros, mercaderes, prostitución… Tienen cierta independencia: pueden ir donde quieran, labrar su tierra, mantener sus hogares, casarse, tener familias, sacar beneficios de sus negocios; todo siempre y cuando paguen su tributo mensual en forma de ofrenda en el Templo de la Reina Madre (a la que también adoran como una diosa); y vivan según dictan las leyes. Los humanos que agachan la cabeza y viven según las normas, tienen una vida tranquila y larga en las ciudades. Los que no, acaban siendo esclavos, nómadas exiliados en las estepas o miembros del grupo terrorista de la Resistencia.
La ley es notablemente más dura con los humanos que con los dragones. Para ellos sí existe la pena de muerte y la cadena perpetua en las mazmorras del castillo. No suelen hacer falta demasiadas excusas para encerrar o ajusticiar a un humano cuando se es dragón, y pocos son los que se atreven a enfrenarse a las autoridades sin salir perjudicado en el proceso. Cualquier intento de amotinamiento o rebelión es duramente castigado, y sólo los miembros de la Resistencia se atreven a actuar desde el secreto y el anonimato.
En el Reino de Koshin, sin embargo, todo esto es diferente. Los humanos viven en paz con los dragones y son considerados iguales a los dragones a nivel legal y moral. Cualquier humano puede aspirar a un puesto de poder, a tener un negocio propio, tomar sus propias decisiones, hacer carrera en el ejército, ser juzgado igual que un dragón o un híbrido, casarse con un dragón... Tienen acceso a la educación básica, e incluso tienen permitido desarrollar sus dones y poderes. Prácticamente todo lo que cualquier humano no podría hacer en el Imperio del Fuego, puede hacerlo en Koshin, dentro de sus propias leyes.
Durante la Guerra del Despertar, los humanos perdieron casi toda su civilización y sus avances tecnológicos, fueron diezmados, sacrificados y esclavizados por los dragones; quienes les arrebataron todo su conocimiento y los condenaron al analfabetismo y la ignorancia, para asegurarse de que la masa permanecía dócil y manejable. Hoy en día, la gran mayoría de los humanos que viven en las ciudades, aceptan la supremacía dracónica como algo cotidiano, rutinario, y hasta cómodo en ciertos aspectos. El 90% de la humanidad ha olvidado su propia historia: ignoran por completo su potencial, no saben nada de tecnología (sólo que está prohibida por los dragones), desconocen que hace siglos ellos dominaron el mundo y plantaron cara a sus actuales amos y señores. Sin saberlo, son la mano de obra más básica de la sociedad del Imperio; y los dragones precisamente se esmeran en que sigan sin saber ese dato.
Los humanos en su mayoría trabajan en aquello que los dragones no quieren: granjeros, labriegos, taberneros, mercaderes, prostitución… Tienen cierta independencia: pueden ir donde quieran, labrar su tierra, mantener sus hogares, casarse, tener familias, sacar beneficios de sus negocios; todo siempre y cuando paguen su tributo mensual en forma de ofrenda en el Templo de la Reina Madre (a la que también adoran como una diosa); y vivan según dictan las leyes. Los humanos que agachan la cabeza y viven según las normas, tienen una vida tranquila y larga en las ciudades. Los que no, acaban siendo esclavos, nómadas exiliados en las estepas o miembros del grupo terrorista de la Resistencia.
La ley es notablemente más dura con los humanos que con los dragones. Para ellos sí existe la pena de muerte y la cadena perpetua en las mazmorras del castillo. No suelen hacer falta demasiadas excusas para encerrar o ajusticiar a un humano cuando se es dragón, y pocos son los que se atreven a enfrenarse a las autoridades sin salir perjudicado en el proceso. Cualquier intento de amotinamiento o rebelión es duramente castigado, y sólo los miembros de la Resistencia se atreven a actuar desde el secreto y el anonimato.
En el Reino de Koshin, sin embargo, todo esto es diferente. Los humanos viven en paz con los dragones y son considerados iguales a los dragones a nivel legal y moral. Cualquier humano puede aspirar a un puesto de poder, a tener un negocio propio, tomar sus propias decisiones, hacer carrera en el ejército, ser juzgado igual que un dragón o un híbrido, casarse con un dragón... Tienen acceso a la educación básica, e incluso tienen permitido desarrollar sus dones y poderes. Prácticamente todo lo que cualquier humano no podría hacer en el Imperio del Fuego, puede hacerlo en Koshin, dentro de sus propias leyes.
Poderes:
- Los únicos poderes que algunos seres humanos poseen de forma innata, son los llamados dones. Capacidades sutiles, no demasiado espectacualres, mayormente de tipo psíquico o extrasensorial, y sin valor ofensivo en la mayoría de los casos, que suelen ser difíciles de controlar e implican un severo desgaste para aquellos que se atreven a explotarlos. Se subdividen en tres clases:
- Dones directos: Dones que pueden tener un efecto inmediato y directo sobre otros, como telepatía, manipulación sensorial, extrapatía, etc. Normalmente un humano puede usar un don directo con un efecto medio durante un máximo 2-3 minutos (un post); e intensificar su efecto y alargar su duración a 5 (dos posts) minutos si ingiere sangre de dragón.
- Dones indirectos: Aquellos que afectan de algún modo a otra persona, como premoniciones, sueños de futuro, empatía, mediumnidad, lectura de auras, etc. Los humanos pueden usar los dones indirectos con un efecto medio durante un máximo de 8-10 (tres post) minutos; e intensificar su efecto y alargar su duración hasta 15 (cuatro post) minutos con sangre de dragón.
- Dones inocuos: Dones que no afectan en ninguna medida a otra persona más allá del Pj en sí, tales como visiones propias, sensaciones, sentido del peligro, etc. Pueden utilizarse con un efecto medio durante 30 minutos (media escena), e intensificar sus efectos y alargar su duración a una hora (escena completa) si ingieren sangre de dragón.
- Actualmente, los Dioses Elementales han vuelto a darle a los seres humanos la capacidad de manipular los elementos naturales (agua, fuego, aire, tierra). Estos poderes no son innatos, porque llevan vigentes aproximadamente un año dentro de la cronología del foro. Es obligatorio comprarlos en la tienda y desarrollarlos on-rol.
Debilidades:
- Los humanos son frágiles por naturaleza, especialmente comparados con los dragones. Sus capacidades no pueden igualarse a ellos, especialmente en el terreno físico. Además enferman, se rompen huesos, se hieren, sufren y padecen. Y, sobre todo, envejecen.
- La esperanza de vida humana raramente supera los 70-80 años de edad, y eso ya se considera mucho.
- La mayoría de edad se considera a los 15-16 años.
- Los humanos con dones siempre sufren alguna debilidad o tienen que pagar algún tipo de precio físico al utilizar su poder.
- La energía que consumen los poderes elementales durante los primeros niveles suele ser agotadora, y hasta arriesgada para los humanos. Alguien que utilice un poder por encima de sus posibilidades, no sólo no controlará bien su poder, también podría llegar a morir por agotamiento.
Detalles a tener en cuenta:
- Los humanos constituyen el estrato social más bajo del Imperio, y es imposible para ellos ascender de categoría. Ningún humano puede ser burgués, y menos aún noble. No obstante, hay una oportunidad para ellos en el Ejército, en el que pueden enrolarse si desean servir a su patria en campo de batalla; pero no se les permite ascender de rango más allá de soldado raso. Esto no ocurre en Koshin, donde los humanos están en igualdad de oportunidades respecto a los dragones.
- La grandísima mayoría de los humanos del Imperio son analfabetos, ya que para ellos no existe la educación. Por ende, es relativamente raro que los humanos sepan leer y escribir. La enseñanza para ellos es algo que pasa de generación en generación, por el boca a boca o a través de maestros de oficios. Normalmente los humanos no aprenden mucho más, a parte de su oficio familiar, o a servir a algún dragón. Sin embargo, en Koshin respetan la enseñaza y la transmisión del conocimiento, por lo que allí si existen escuelas y la mayor parte de los humanos saben leer y escribir. No obstante, la educación que se imparte en Koshin sigue siendo elemental y medieval, muy motivada por la filosofía oriental.
- Los humanos artísticamente talentosos o físicamente hermosos suelen atraer la atención de los dragones, especialmente cuando son esclavos o sirvientes.
- Los únicos humanos que se atreven a investigar y a infiltrarse en las pocas ruinas que quedan de las antiguas civilizaciones; son los llamados chatarreros. Mentes curiosas que pasan por alto la prohibición legal de experimentar “científicamente” o tratar con las antiguas tecnologías, y se esfuerzan al máximo por comprenderlas, arreglarlas o mejorarlas con los medios actuales de los que disponen (medievales). Generalmente los inventos chatarreros suelen estar hechos de restos oxidados y cosas inútiles (similares al steampunk, pero menos elaborados), o con usos inadecuados, ya que pocos tienen la suerte o la capacidad de encontrar referencias fiables de la utilización de dichos recursos en el pasado. Por supuesto, la condena para un humano dedicado a la chatarrería es la muerte, así que más le vale llevar sus indagaciones en el más absoluto secreto, contar con el favor de algún dragón, enrolarse en la Resistencia o vivir en el exilio. Incluso en Koshin la chatarrería tiene ciertos límites, ya que los dragones orientales no aprueban nada que pueda ser potencialmente destructivo o dañino para la vida.
- Los humanos que toman regularmente sangre de dragón para potenciar sus dones, son comúnmente llamados oráculos. Muchos dragones compran esclavos para tenerlos como oráculos y aprovechar sus dones para su propio beneficio.
- Los humanos que viven en las ciudades Imperiales tienen prohibido entrenar sus poderes elementales por encima del nivel avanzado, si lo hacen son severamente condenados, y sufren la pena de muerte si osan usarlos contra un dragón. Los residentes en Koshin pueden acudir a los Templos Elementales para entrenar su poder y ponerlos al servicio del Emperador.
- La fuente del poder, don o elemental, de los humanos reside en sus emociones, su voluntad, su corazón. Normalmente cuanto más sea capaz de controlar sus propias emociones el humano, con más facilidad será capaz de dominar sus habilidades mágicas y menos energía gastará en el proceso.
*NOTA: Aquellos interesados en haceros un chatarrero, debéis CONTACTAR CON EL STAFF vía MP para comentar vuestras ideas, inventos y descubrimientos para conseguir el visto bueno antes de desarrollarlos on-rol.
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