En el año 351 D.D. los Dioses Elementales despertaron tras milenios de silencio. Los cambios que los dragones habían provocado en el mundo lograron atraer de nuevo su atención, provocando que volvieran a manifestarse en el mundo físico y que muchos recuperasen la fe en su existencia, la cual estaba ya prácticamente extinguida.
El regreso de los Elementales no sólo trajo consigo el regreso de la magia para la especie humana. También implicó el resurgir de nuevas formas de fe basadas en los elementos principales de las vida y de la existencia.
El regreso de los Elementales no sólo trajo consigo el regreso de la magia para la especie humana. También implicó el resurgir de nuevas formas de fe basadas en los elementos principales de las vida y de la existencia.
Aire
- Elementalismo: Raepheziael, Raeph
- Yoriokinismo: Kaze
- Otros: Señor de los Vientos
En el elementalismo occidental es representado como Raepheziael, un gran hombre con cuernos de alce y alas en los brazos. A veces se les añaden garras de rapaz en manos y pies, una larga barba. Siempre sostiene un báculo en una mano, un libro en la otra, y una lechuza o un búho en el hombro. Las tormentas y los huracanes aparecen cuando está de mal humor. Es el patrón de los viajeros, los marineros, los músicos y los poetas.
En el yoriokinismo recibe el nombre de Kaze, y no tiene una representación concreta, aunque algunos incluyen el humo en este elemento. Es el primer paso del Mukö ni naru. Representa el crecimiento, la expansión y la libertad. También se considera el elemento que representa la mente y el pensamiento. Es considerado el padre de todas las aves y de los dragones orientales, por lo que muchos de ellos le veneran como su dios principal. Su mantra es "ne".
- Atributos: Voluntad, elusividad, evasión, benevolencia, compasión, sabiduría, suerte, fortuna, magia, misterio, engaño.
- Ofrendas: Plumas de ave, meditaciones centradas en la respiración, sándalos e inciensos, magia del aire, demostracionesde vuelo, música, poemas o escritos hechos a mano, canciones, cazasueños.
- Elementalismo: Maaikaela, Maaika
- Yoriokinismo: Hisai
- Otros: Soberana del Fuego
El fuego representa la fuerza y la vitalidad. Puede resultar un golpe inspirador y creativo, pero al mismo tiempo puede ser incontrolable y destructivo. Del mismo modo que el fuego ilumina y protege, puede reducir a la nada todo lo que nos es querido. Suyos son la euforia, la rabia y el placer. Y, sobre todo, suya es la guerra, la violencia y la sangre.
En el elementalismo occidental es representado como Maaikaela, una mujer fuerte con una llameante cabellera, con atributos sensuales y de personalidad ardiente. Se la suele representar con una martillo y una antorcha, y en ocasiones con un dragón occidental a sus pies. Es la diosa del sol, el fuego, los volcanes, la guerra y la forja. Se la considera una diosa pasional y a ratos violenta, y se cree que las erupciones y los terremotos ocurren por ella. Es la patrona de los guerreros, los dragones occidentales, los armeros y los herreros. Es común orar por su bendición antes de entrar en batalla.
En el yoriokinismo recibe el nombre de Hisai, y no tiene una representación concreta, aunque algunos consideren que el elemento humo pertenece al fuego y no al aire. Es el segundo paso del Mukö ni naru. Representa las fuerzas energéticas y móviles del mundo, y se cree que es el elemento que recorre a todos los seres vivos, ya que es la chispa de la vida, la fuerza, los impulsos y la pasión. Es el padre de los reptiles y el verdadero origen de los dragones occidentales, aunque la mayoría no lo sepa. Su mantra es "ka".
- Atributos: Seguridad, motivación, intención, deseo, sexualidad, avaricia, venganza, extroversión,, destrucción.
- Ofrendas: Escamas de dragón occidental, cenizas, sándalos e inciensos, sangre, combates, armas, victorias, botines de guerra, rituales sexuales.
Tierra
- Elementalismo: Auriaela, Auria
- Yoriokinismo: Chigü
- Otros: Madre Tierra
La tierra siempre ha sido el elemento estático, que representa el echar raíces, el asentamiento y la construcción de bases sólidas y estables para la vida. Es el elemento más resistente y fuerte, y es la base de toda forma de vida terrestre o mamífera; por lo que está altamente ligado a las buenas cosechas y a la fertilidad.
En el elementalismo occidental es representado como Auriaela, una mujer joven, maternal y fértil, con la mirada de una anciana y el aspecto de una doncella. Se la suele representar con una hoz en la mano y una espiga en la otra. Es común también encontrarla montando un unicornio, o con un cuerno sobresaliendo de su frente. Es la diosa de la Tierra, la naturaleza, la caza, la fertilidad, la cosecha y la abundancia. Es la patrona de los cazadores, los agricultores, los ganaderos y las familias, ya que es común que las oraciones en su nombre sean para asegurar buenas cosechas, proteger el ganado, tener suerte en la caza o pedir fertilidad para engendrar hijos.
En el yoriokinismo recibe el nombre de Chigü, y no tiene una representación concreta. Es el tercer paso del Mukö ni naru. Representa lo físico, tanto como lo material como dentro del propio cuerpo, ya que a ella se le atribuyen los músculos, los huesos y los tejidos. Para adorar la tierra es preciso cultivar el cuerpo y mantener una buena salud, ya sea a través del ejercicio, la dieta sana o las artes marciales. Es la madre de todos los seres que viven en la tierra, y muchos la consideran la madre de los humanos. Su mantra es "chi".
- Atributos: Confianza, persistencia, disciplina, terquedad, comunidad, lo colectivo, estabilidad, gravedad, lo físico, fertilidad, vida.
- Ofrendas: Tierra fértil, grano, hortalizas, flores, semillas, frutos, nacimientos, tallas de madera, joyas, cristales, minerales, geodas, presas, artes marciales.
- Elementalismo: Jiivraizael, Jiivra
- Yoriokinismo: Shui
- Otros: Amo de las Aguas
El agua es el elemento adaptable, aquel que cambia de forma y es capaz tanto de esquivar y rodear las adversidades sutilmente; como de destrozarlas y convertirlas en polvo con el paso del tiempo, como hace el mar con las rocas, o la humedad con el hierro. El agua limpia y cura las heridas del cuerpo, y sana el alma a través de las lágrimas, por lo que es el elemento asociado a la sanación, la belleza y el bienestar.
En el elementalismo occidental es representado como Jiivraizael, un hombre andrógino eternamente joven y hermoso, con una cola de tiburón o tentáculos en vez de piernas. Se le representa con una caracola, un tridente y un animal marino acompañándole, normalmente un delfín o un tiburón. Es el dios del agua, los ríos, los mares y la lluvia. También es el dios de las emociones y las artes ocultas; así como de la expresión corporal a través de la interpretación o el baile. Las tormentas y los tifones son obra suya. Es el patrón de los pescadores, los marineros, los piratas, los sanadores y los curanderos.
En el yoriokinismo recibe el nombre de Shui, y no tiene una representación concreta. Es el cuarto paso del Mukö ni naru. Representa las cosas que fluyen o que no tienen forma. Es la adaptabilidad, lo que crece y cambia su forma o sus patrones según su entorno; y corporalmente hablando es la sangre, los fluidos corporales y las emociones mentales. Es el padre de los peces y los seres que viven en el agua. Su mantra es "zu".
- Atributos: Emoción, defensividad, adaptabilidad, flexibilidad, elasticidad, magnetismo, inconsistencia, tristeza, depresión, melancolía.
- Ofrendas: Conchas, caracolas, agua de mar, agua de lluvia, perlas, algas, pescado, lágrimas, confesiones profundas, bailes, danzas.
- Elementalismo: -
- Yoriokinismo: Sora'ku, Ku
- Otros: -
El vacío es la ausencia de lo material. Representa las cosas que están más allá de la experiencia del día a día, aquello que está hecho de pura energía. Es el espíritu, el alma, la propia mente. Es nuestra capacidad de pensar, crear y comunicar, así como de dejar de ser, de destruir y de guardar silencio. Es, en resumen, lo que potencialmente podemos llegar a ser, y lo que elegimos no ser.
En el elementalismo occidental el vacío no se contempla como deidad elemental.
En el yoriokinismo recibe el nombre de Sora'ku, y no tiene una representación concreta, aunque muchos lo relacionan con el cielo nocturno y lejano, único momento en el que podemos presenciar el negro vacío del universo, en el que nosotros somos tan sólo una minúscula parte. Es el quinto y último paso del Mukö ni naru, y es el que relamente pocos han logrado alcanzar. Es el más elevado de los elementos, representa lo místico, lo oculto y el misterio que todos en nuestras vidas debemos descubrir en nuestro propio camino. Su mantra es "omn".
Para muchos llegar al vacío es trascender a través de la senda del Mukö ni naru, elevar el espíritu al nivel más primario y potencial del ser. Para otros, al vacío sólo puede llegarse al morir, cuando el alma se desprende de su carcasa física y regresa al flujo de energía universal que conforma todas las cosas.
Se dice que los que están "en el vacío" pueden sentir sus inmediaciones, actuar sin pensar y sin esperar a sus sentidos, dejando que sea la energía quien les guíe. Del mismo modo, es sabido que una persona que está en el vacío es totalmente impredecible, pues no desprende ninguna emoción o pensamiento, por lo que podría llegar a ser imperceptible a los sentidos, o incluso podría no ser atacado por otra persona que no estuviera también en el vacío.
Actualmente sólo se conoce una persona que lograra "estar en el vacío", un dragón muy viejo llamado Kong Xu, el cual desapareció, según dicen, convirtiéndose en miles de estrellas que ahora forman constelaciones en el cielo.
Para muchos llegar al vacío es trascender a través de la senda del Mukö ni naru, elevar el espíritu al nivel más primario y potencial del ser. Para otros, al vacío sólo puede llegarse al morir, cuando el alma se desprende de su carcasa física y regresa al flujo de energía universal que conforma todas las cosas.
Se dice que los que están "en el vacío" pueden sentir sus inmediaciones, actuar sin pensar y sin esperar a sus sentidos, dejando que sea la energía quien les guíe. Del mismo modo, es sabido que una persona que está en el vacío es totalmente impredecible, pues no desprende ninguna emoción o pensamiento, por lo que podría llegar a ser imperceptible a los sentidos, o incluso podría no ser atacado por otra persona que no estuviera también en el vacío.
Actualmente sólo se conoce una persona que lograra "estar en el vacío", un dragón muy viejo llamado Kong Xu, el cual desapareció, según dicen, convirtiéndose en miles de estrellas que ahora forman constelaciones en el cielo.
- Atributos: Poder, espontaneidad, inventiva, creatividad, comunicación, silencio, ausencia, muerte, paz interior, iluminación, sabiduría, ascensión.
- Ofrendas: Meditación. En el Vacío no se necesita nada físico.
Elementalismo
La religión elemental o elementalismo, adora a los Cuatro Dioses Elementales como entidades regalo de la magia a la humanidad, de forma que esta religión combina prácticas naturistas (similares a la antigua new age) y festividades relacionadas con los ciclos solares y lunares (heredadas de religiones como la wicca). Al estar perseguidos por la Inquisición, este culto es considerado herejía en el Imperio del Fuego, por lo que no existen lugares de culto oficiales para esta religión.
humanizadas que representan los cuatro elementos alquímicos básicos: agua, fuego, tierra y aire. Ellos son quienes conforman todo lo que existe y los que hicieron el
Sin embargo, el resurgir de los elementales en el 351 D.D. hizo aparecer misteriosamente una serie de altares repartidos por el territorio Imperial. Hay muchos, la mayoría ocultos, desperdigados por los territorios. Son centros de poder muy importantes, y es sabido que son necesarios para que los humanos puedan desarrollar su magia elemental. Por ello es común que los creyentes elementalistas se reúnan esporádicamente, ya sea en solitario o en grupo alrededor de estos lugares para rendir culto con rituales improvisados. Por el momento sólo se han conocido cuatro altares elementales alrededor de Talos:
humanizadas que representan los cuatro elementos alquímicos básicos: agua, fuego, tierra y aire. Ellos son quienes conforman todo lo que existe y los que hicieron el
Sin embargo, el resurgir de los elementales en el 351 D.D. hizo aparecer misteriosamente una serie de altares repartidos por el territorio Imperial. Hay muchos, la mayoría ocultos, desperdigados por los territorios. Son centros de poder muy importantes, y es sabido que son necesarios para que los humanos puedan desarrollar su magia elemental. Por ello es común que los creyentes elementalistas se reúnan esporádicamente, ya sea en solitario o en grupo alrededor de estos lugares para rendir culto con rituales improvisados. Por el momento sólo se han conocido cuatro altares elementales alrededor de Talos:
- Altar de la Tierra en un claro del bosque.
- Altar del Aire sobre una pirámide en la ciénaga.
- Altar del Fuego en el interior del volcán de las Montañas Quemadas.
- Altar del Agua en una cueva en los acantilados, junto al mar.
Aunque las prácticas sean más o menos comunes, al pasar de boca en boca y no haber registros oficiales sobre nada concreto; cada cual rinde culto cuándo y cómo quiere o puede.
En las Islas Eneas la religión elementalista no está perseguida, y de hecho se volvió oficial en el 352 D.D. En la isla de mayor tamaño existe el Templo Elemental de Eneas, que alberga altares tallados en piedra por las propias gentes de Eneas y que, tras meses de culto, también se han convertido en centros de poder. En Eneas la religión elementalista cuenta con sacerdotes y sacerdortisas obligatoriamente humanos, ya que es necesario aprender a manejar la magia elemental al menos a nivel avanzado. Estos devotos dedican su vida a perfeccionar el control de un único elemento, y visten túnicas y ropas con los colores de dicho elemento (los del fuego, rojo; los del agua, azul; los de la tierra; verde o marrón; los del aire, amarillo o blanco).
Han oficializado cuatro festividades anuales, dedicadas a cada elemento: el equinocio de tierra se celebra en la transición entre la tercera y la cuarta luna del año; el solsticio del fuego entre la sexta y la séptima, al llegar la estación seca. El equinocio del aire se celebra entre la novena y la décima luna; y el solsticio del agua con la llegada de la estación húmeda entre la duodécima y la decimotercera luna.
Además, en el elementalismo eniense el elemento en el que alguien se especializa define más o menos la labor que desempeña dentro de la tribu: los elementalistas de fuego son guerreros y portadores de luz en las aldeas; los de tierra protectores, guardianes y cuidadores de la tierra; los de agua se encargan de los regadíos y de sanar a los heridos y enfermos; y los de aire son mayormente vigilantes y corredores que vigilan las fronteras desde sus barcos.
Yoriokinismo
En los inicios de la Sedición Oriental (6-8 D.D.), las prácticas religiosas orientales se encontraban disgregadas y dispersas por los territorios sin que, en apariencia, hubiera un hilo conductor entre ellas. De hecho, muchas veces la política de los reinos se veía influenciada por las diferencias entre creencias. Sin embargo, con el despertar de los Dioses Elementales, muchos maestros y profetas de las distintas religiones aseguraron recibir simultáneamente una revelación en forma de "iluminación": Las Fuerzas Elementales habían vuelto a manifestarse porque deseaban que tanto humanos como dragones volvieran a sus inicios, a comprender que todos los seres vivientes son parte del mismo cosmos.
Así fue como surgió la religión Yoriokina ("El mejor yo"), cuyo objetivo es buscar la paz espiritual con los elementos y alcanzar la mejor versión de uno mismo. Para los yoriokinistas todo es energía, y ésta lo compone todo, desde las piedras o los objetos a los seres vivos, la magia, etc. Se trata de una religión muy introspectiva, apoyada en los pilares culturales del honor, el respeto y la autodisciplina. De hecho, los templos yoriokinos de los shgunatos de Koshin enseñan a sus adeptos humanos a utilizar y desarrollar sus dones elementales a través de la disciplina de artes marciales como el tai chi o el kung fu. Incluso los dragones acuden para mejorar su control sobre el aire y potenciar sus habilidades. En estos templos, repartidos por todas las regiones y ciudades, hay salas con altares dedicados a cada elemento para que los estudiantes y aprendices puedan mejorar su magia elemental.
No consideran a los elementos como "dioses" en sí mismos, sino fuerzas naturales primigenias tan creadoras como destructoras, por lo que éstos no reciben nombres propios ni son representados como lo hacen en el elementalismo occidental. Para ellos son conceptos más abstractos y primales, energías que hay que aprender a comprender y convivir para hallar el camino a la iluminación. Si uno entiende y comprende estas energías, puede modificarlas y controlarlas dentro de uno mismo, ya sea con magia o con trabajo personal.
Las prácticas yoriokinas se componen de una mezcla de las antiguas religiones orientales como el Taoísmo, el Budismo y el Confuncianismo; que incluyen prácticas como la meditación, el uso de mantras para rezar y sintonizar con los elementos, ritos de agradecimiento al Universo por todo lo que se posee, rezos en nombre del Emperador, etc.
El camino más practicado es llamado Mukö ni naru ("volverse vacío" o "llegar al vacío"), también llamado comúnmente neka-chizu-omn. Se trata de un camino de crecimiento personal, en el que cada mes de año uno debe meditar y sintonizar sobre un elemento concreto (y sus subelementos asociados), comenzando por el aire y terminando en el vacío, considerado la iluminación.
El proceso es bastante complejo, pero podría resumirse en que uno comienza siempre siendo aire: pensamiento caprichoso y cambiante, un ser que vive su vida sin aparente objetivo, pero deseoso de encontrar por fin un camino recto hacia la iluminación y la comprensión del "yo". Para ello, el aire debe calmarse, templarse y volver a su estado material. Para ello, debe hacerlo a través del fuego, ganar impulso y fuerza para lograr sus objetivos, quemar y purificar lo que es malo, deshacerse de las cosas nocivas de su vida. Una vez limpio ha de volver tierra, para ser consciente del mundo en el que vive y, acto seguido despedirse de él, deshacerse del apego hacia lo material y adaptarse a lo que está por venir, convirtiéndose en agua. Como el agua, uno debe adaptarse, ser capaz de modificar sus patrones sin perder nunca su objetivo, poder cambiar la fuerza o el impulso con el que se hacen las cosas, y finalmente, renunciar a las formas fijas y materiales de la tierra y volverse maleable como el agua y el espíritu. Sólo entonces uno está preparado para ser uno con el vacío: la forma totalmente espiritual, carente de límites físicos, uno con el universo y con la energía, etc.
El recorrido completo sería el siguiente:
Aire ► Nube ► Rayo ► Fuego ► Humo ► Madera ►
Tierra ► Metal ► Montaña ► Hielo ► Lluvia ► Agua ► Vacío
Ser uno con el vacío es convertirse en un ser totalmente espiritual, aunque sea dentro de una carcasa de carne y hueso. La paz interior es total, y no hay nada que la rompa. Es en ese momento cuando se considera que uno está listo para trascender, lo que mucha gente equipara con la muerte, o el último paso para completar la iluminación. Por supuesto, no todos los que mueren son uno con el vacío automáticamente: los que en esta vida no logran la iluminación se reencarnarán indefinidamente en otro ser viviente hasta que lo consigan.
Por supuesto, lograr esto en el plazo de un año no es sencillo. Requiere repetir el proceso año tras año, y aún así, hay quienes nunca lo logran, aunque inviertan toda su vida en ello. Actualmente sólo se conoce una persona que lograra "estar en el vacío", un dragón muy viejo llamado Kong Xu, el cual desapareció, según dicen, convirtiéndose en miles de estrellas que ahora forman constelaciones en el cielo.
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